Entrar en los ríos
El año en que cumplí 15 dejé de pintar. Más o menos para esa época, en el atelier a donde iba a pasar varias horas por semana, me habían derivado junto a una amiga a un grupo más serio donde dejábamos la pintura libre para aprender dibujo. La consigna era copiar una botella, una pera. Y yo no pude.
Con menos rebeldía que frustración empecé a sacar fotos, después me acerqué al cine y fui por ahí, siempre con imágenes alrededor.
Mucho tiempo después, las ilustraciones de las enciclopedias de mi infancia que aparecieron dañadas tras una inundación, fueron el punto de retorno. El collage como una forma de desarmar el alfabeto y un sistema de conocimiento que hoy parece imposible.
Una vez que me animé a pintar la elección de la acuarela fue caprichosa y después inevitable. Algo de lo que pasa con el agua es hipnótico, nos pone al mismo tiempo en el lugar del que cuidadosamente ejecuta y el que observa lo que se descontrola.
Debería haberlo sabido, hay algo de todo esto que se vuelve un poco adictivo: ver por primera vez una imagen que no existía y que salió de quién sabe dónde.
Entrar en los ríos agrupa una serie de obras en acuarela, lápiz y collage sobre papel realizadas entre 2019 y 2024.